- EL GRITO ESTRANGULADO -
1

Cierro la cancela que lleva a la piscina y encamino mis pasos precipitados hacia la recepción del balneario con el albornoz abierto, mostrando el bañador todavía húmedo y mirando de no tropezar con el cinturón suelto a causa de las prisas. Cuando llego al hall, ignoro las miradas de sorpresa que me dirigen algunos huéspedes que están comprando postales, hablando por teléfono o leyendo el periódico en la entrada del edificio.

-Me dijeron que el grupo era homogéneo. El folleto ponía explícitamente «entorno cerrado». Esto es publicidad engañosa. Me quejaré… ¡Vaya si me quejaré!

-Tranquilícese, por favor. ¿Qué es lo que le sucede, Sr. Utalpe?

-En la piscina. Me disponía a darme un baño y he visto un… un…

Breve pausa, como si no fuera posible pronunciar aquella palabra delante de los presentes y no quedar marcado de alguna manera.

-Si piensa que no voy a ser capaz de articularlo, se equivoca: un Yargacil que a juzgar por el movimiento de su surtidor, se lo estaba pasando de miedo haciendo burbujas y más cosas que me callo delante de los presentes por pudor.

-¿Un Yarg, en la piscina?

-Sí, tal como suena. Y no voy a bañarme, mientras semejante bicho hace sus cosas en el agua terapéutica del manantial.

-Eso no es posible y usted lo sabe.

-¡Claro que lo sé! Por eso he venido a quejarme de que el grupo de huéspedes no es homogéneo.

-Le aseguro que nuestro departamento de admisiones no comete un error de tal calibre. Ustedes vienen a este balneario a reponerse del stress, la fatiga y la saturación sensorial fruto de la sociedad actual. Nos cuidamos mucho de alejarles de la deslumbrante variedad de modelos y de estilos de vida que experimentan a diario.

-Pues acabo de tener una crisis en plena piscina. ¿Cómo explica eso? ¿Cómo he podido vislumbrar esas sensaciones?

-El sistema de interacción es estable, se lo garantizo.

-Pues algo se les ha escapado –comentó el Sr. Utalpe, levemente más calmado.

-¿La crisis sólo ha consistido en ver al Yarg o también ha llegado a oler su característico hedor o escuchar el rechino de dientes?

-Ahora que lo dice… ha sido una experiencia meramente visual.

-Podemos solucionarlo, todavía no ha arraigado lo suficiente. Revisaremos todos los vínculos personales que ha establecido con sus compañeros de estancia. No permitiremos que su identidad corra peligro, tiene mi palabra. Déjeme hacer unas llamadas y relájese.


2


-En algún sitio hay un sujeto disonante que ya ha ocasionado una crisis multifrénica –dijo el jefe de seguridad a su equipo-. Será difícil porque el grupo, en un primer filtro, parece homogéneo por completo. Tendremos que buscar cualquier cosa. Puede ser un heterodoxo que vaya en sentido contrario a la norma vigente, pero que ha sido capaz de burlar los filtros; o quizás un resignado que en vez de oponerse, exagera el entorno hasta el extremo de desequilibrarlo. Encuentren el contacto inverosímil que ha viciado el entorno recurrente. Sea lo que sea, sea quien sea, lo tenemos que encontrar y rápido.

»Eviten a toda costa que se propague un efecto de imitación en el resto de veraneantes. Esa gente ha pagado mucho dinero por establecer vínculos con personas que sean igual que ellos, encontrarse a sí mismos reflejados un sinfín de veces en los demás. Reconocer replicado hasta el infinito su mismo modelo de conducta en el resto de huéspedes, para darse confianza y apuntalar una identidad que se desestructura en su existencia cotidiana. Piensen por un momento, la sociedad les obliga a ser varias personas distintas, a asumir varios roles diferentes durante el transcurso del día. Llega un momento en que ya no se reconocen ni en el espejo ni en su reflejo en el agua.

Antes de iniciar la búsqueda resonaron las últimas palabras del jefe de seguridad:

-Actúen antes de que tengan una percepción auditiva, si llegan a escuchar el grito estrangulado de su alma, su consciencia maltratada, entonces será demasiado tarde para recuperarles. Y si no pueden volver a ser ellos mismos en algún momento… ¿Qué les queda? ¿Qué nos queda a todos nosotros?

Claudio Landete Anaya
Mataró, España (año 2.010)

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